De nada sirve ir a más velocidad si los recuerdos te encadenan.

14 de mayo de 2013



Sabrás de sobra que no doy el corazón a torcer con facilidad, por no decir que si alguien lo consigue sería un verdadero mérito digno de algún tipo de premio. La recompensa es sencilla, simple, cotidiana. Los hay que se quejan de la rutina, de las tareas domésticas, de el camino a casa, de los billetes de ida y vuelta. Desde mi punto de vista, la rutina no es una ventaja, pero sí una garantía. Yo voy de aquí a allá todo el rato, y te puedo jurar con la mano en cualquier parte, que es agotador. Mi sitio está en muchos lugares, mi cabeza me la he dejado en alguna parte insospechada, y el alma la tengo guardada en un bolsillo de alguna chaqueta que solo me pongo cuando quiero dar el pego. No te voy a decir que mi vida es aburrida, ni mucho menos que esté vacía. Está desbordada de recuerdos, sentimientos y un montón de vasos medio llenos y medio vacíos. La desventaja, el gris, lo encuentras aquí, en estos momentos dónde te tengo que explicar, porqué tengo un bloque de cemento en la arteria que llega al corazón, al punto de ebullición dónde alguien pretende invadir un pedazo de mí. Para que lo entiendas, yo estoy compuesta de un montón de partes minúsculas, y la mayoría de ellas se han quedado por el camino, las he regalado sin pedir nada a cambio, no me arrepiento, pero ahora, solo me queda un trocito, tan minúsculo como los demás. Se supone que tengo que hacer de tripas corazón, e ir recomponiéndome a cada paso, tras cada caída, y lo estoy intentando. Quizás te tenga que pedir paciencia, o tiempo, o sabe dios qué. Quizá no tenga que pedirte nada, quizás desistas y te largues, lo entendería. La cuestión es que estoy segura de poder dar lo que un corazón solitario como el mío pide; cosquillas, afecto, e idioteces varias. Sólo es cuestión de coger fuerzas y ganas para abalanzarme de nuevo. Si consigues que vuelva a creer, si consigues hacerme arder, con ropa o sin ella, te garantizo una rutina maravillosa, una rutina de las de verdad, con sus vueltas a casa, sus cenas con vino y los placeres de las pequeñas cosas, o si lo prefieres, podrás perderte conmigo.

2 de mayo de 2013

We're


Me han repetido ciento cincuenta mil setecientas veintidós veces que no todo es tan grande como imagino, que más perdimos en Cuba, ya sabes. Una vez más me veo obligada a repetirles, que como humanos tenemos la capacidad de vernos afectados por cosas tan ínfimas como el vuelo de una mosca, y tenemos todo el derecho a ello. Somos estúpidos por naturaleza, somos capaces de reírnos por la cosa más ridícula y vanal del universo, somos estúpidos en cada gesto, cada vez que gritamos, discutimos, lloramos, queremos y follamos. A cada paso, aumentamos nuestro umbral de estupidez. Pero dime, mi amor, que es la vida sino una sarta de estupideces.
Cuanto más estúpidos más humanos, y por lo tanto, yo te quiero así, humana.
Sé tan estúpida como quieras, ríe conmigo y llora, dedícate a tu estúpido ego hasta querer casarte contigo misma, y yo te admiraré por ello. Total, soy otra estúpida más con ganas de ponerle dos dedos de frente a este mundo, que cada vez, me sorprende menos.

Te requiere, Sari.
En su huída se encontrarán con una chica que está segura de amar, pero no de comprometerse a amar para siempre; con una mujer perturbadora que vive sola con una ciega que nunca quiso trabajar y acabó cultivando las rosas más bellas.

Inspírate

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