De nada sirve ir a más velocidad si los recuerdos te encadenan.

27 de junio de 2011










Todo se rompe. Las lavadoras se rompen, los ordenadores se rompen,los huesos, los besos, el aire, las bombillas y las piedras, también se rompen.
Hay veces en que las roturas, no se ven a simple vista. Se denotan con un pálpito, con una revisión, con una inspección interna. Llegar a este paso, a tener que mirar dentro, es lo peor que puede pasarte y más cuando lo que se ha roto, eres tú, tú misma. Te sientes débil, floja, pero inteligente. Te estás curando, eres inteligente.
Cuando echas una ojeada, a lo que tienes dentro, a todo ese conjunto de palabras, recuerdos, músculos, carreras de escalofríos, pálpitos incontrolados, puntos mal dados, cicatrices a medio curar... cuando ves todo eso, te entran ganas de vomitar, y no parar hasta soltarlo todo, absolutamente todo. Soltar todo ese líquido maloliente y repugnante de tu cuerpo para que no vuelva. Pero eres tú, es tu vida, y es tu cuerpo. Es tu alma. Y el alma, no se puede vender a cualquier precio. Por lo tanto, ya que sería una tontería vender la mía, porque no me llegaría ni para una uña nueva, voy a intentar acondicionar todo esto. Voy a ponerlo bonito, a ordenarlo, a limpiarlo y latiré con más fuerza. Se regenerará todo, y podré disfrutar de mis entrañas. No las quiero, no hacen mas que tonterías, pero disfrutaré de ellas odiándolas.

Fabricar recuerdos no es tan malo, al menos, cuando estamos solos con nosotros mismos, no estaremos tan solos. Recomponerse, no es fácil, pero puedes disimular facilmente, si vas totalmente erguido, saludas y sonríes.


11 de junio de 2011


Es bonito sentir cosas, lo que sea.
Es extraordinario.
Sentir que estás vivo, celebrar con cada latido, que, ¡joder! no estamos muertos no, estamos de parranda. Es estupendo, o no?


Visto de esa manera, no está nada mal. Pero daría lo que fuera, por, en muchos casos, ser una piedra. Una piedra fría, a la que los años no le pesasen, sólo le rozasen un poco el rostro. Algo, un ser inerte, daría lo que fuera. Las piedras no tienen recuerdos, no les duelen; nadie les hace daño, son fuertes, y aunque les partan en dos, sus mitades siguen siendo igual de robustas e indelebles. Les envidio. A mi me rompen en dos y las partes en las que me suelen dividir, se subdividen entre ellas, quedando mis trocitos, pequeñitos, repartidos por el suelo, disponibles para cualquiera que tenga algo que aportarles. Y a la hora de reconstruirte delante del espejo, se te ha olvidado. Se te olvidó quién eras, y lo único que consigues hacer, es un nuevo proyecto de persona; esquematizas tus expectativas, y te construyes de manera que parezca imposible que te vuelvan a desmoronar los esquemas. Yo lo hice, y tú también, y tú y tú y tú...
Por eso, tenía razón aquel viejo ambulante en las calles, 'somos una sucesión de cambios, que nos cocemos nosotros mismos, para después darnos cuenta de que por dentro, estamos totalmente crudos'; somos patatas. Y mi patata hoy está agotada, más que agotada, está disgustada y somnolienta; está confundida, y no quiere regenerarse tan seguido. Quiere quererte mucho, muchísimo, quererte hasta que se acelere por sí sola, cada minutito.

Pero el ser humano es así.
El ser humano se vuelve frágil y vulnerable, se parte y se reconstruye, se lamenta y se alegra, pega saltos y suma derrotas; el ser humano es vida en verso, y en prosa, es vida en todos y cada uno de sus sentidos. Y la vida duele, pero como no, es una bendita condena, que estamos destinados a cumplir. La cárcel natural de las palabras, los sentimientos y los recuerdos.

Que todo sean eso, recuerdos.
En su huída se encontrarán con una chica que está segura de amar, pero no de comprometerse a amar para siempre; con una mujer perturbadora que vive sola con una ciega que nunca quiso trabajar y acabó cultivando las rosas más bellas.

Inspírate

trucos blogger