De nada sirve ir a más velocidad si los recuerdos te encadenan.

11 de junio de 2011


Es bonito sentir cosas, lo que sea.
Es extraordinario.
Sentir que estás vivo, celebrar con cada latido, que, ¡joder! no estamos muertos no, estamos de parranda. Es estupendo, o no?


Visto de esa manera, no está nada mal. Pero daría lo que fuera, por, en muchos casos, ser una piedra. Una piedra fría, a la que los años no le pesasen, sólo le rozasen un poco el rostro. Algo, un ser inerte, daría lo que fuera. Las piedras no tienen recuerdos, no les duelen; nadie les hace daño, son fuertes, y aunque les partan en dos, sus mitades siguen siendo igual de robustas e indelebles. Les envidio. A mi me rompen en dos y las partes en las que me suelen dividir, se subdividen entre ellas, quedando mis trocitos, pequeñitos, repartidos por el suelo, disponibles para cualquiera que tenga algo que aportarles. Y a la hora de reconstruirte delante del espejo, se te ha olvidado. Se te olvidó quién eras, y lo único que consigues hacer, es un nuevo proyecto de persona; esquematizas tus expectativas, y te construyes de manera que parezca imposible que te vuelvan a desmoronar los esquemas. Yo lo hice, y tú también, y tú y tú y tú...
Por eso, tenía razón aquel viejo ambulante en las calles, 'somos una sucesión de cambios, que nos cocemos nosotros mismos, para después darnos cuenta de que por dentro, estamos totalmente crudos'; somos patatas. Y mi patata hoy está agotada, más que agotada, está disgustada y somnolienta; está confundida, y no quiere regenerarse tan seguido. Quiere quererte mucho, muchísimo, quererte hasta que se acelere por sí sola, cada minutito.

Pero el ser humano es así.
El ser humano se vuelve frágil y vulnerable, se parte y se reconstruye, se lamenta y se alegra, pega saltos y suma derrotas; el ser humano es vida en verso, y en prosa, es vida en todos y cada uno de sus sentidos. Y la vida duele, pero como no, es una bendita condena, que estamos destinados a cumplir. La cárcel natural de las palabras, los sentimientos y los recuerdos.

Que todo sean eso, recuerdos.

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