Puse las cartas sobre la mesa, como fruto de un ridículo delirio.
No fue un error, en tus ojos adiviné tus deseos, y la botella trajo consigo la furia que desató el huracán de las sábanas. Si acaso pensabas que buscaba otro fin, puedes darte con el canto en los dientes.
Solo pretendía hacerlo a mi manera, me gusta convertir en arte, el caos que se dispara de la nada,
universos que sin gente como tú, me sería imposible crear.
Eres mi pasatiempo favorito, y tus deliciosas pestañas la guinda del pastel.
Conocerme a través de ti, es la mejor idea que he tenido jamás.