Se te daba bien abrazarme, abrazarme de manera que yo me sintiese en casa, ahí, en tu pecho.
Tú pecho era mi casa. Ese viaje fue eterno, aquella canción fue eterna, y en un instante supe, que tus cosquillas cambiarían mi vida, no era consciente de si para bien o para mal, pero la cambiarían.
(Estaba en lo cierto, tu sonrisa hizo que me olvidase del mundo, y aquí estoy, a ciegas.)