De nada sirve ir a más velocidad si los recuerdos te encadenan.

20 de febrero de 2012



Recuerdo perfectamente como nos meneaba el viento, de un lado para otro, mientras el frío del asiento se mojaba por las olas del mar. El barco daba tumbos y nosotros dos, allí arriba, escuchando la música que sonaba en una radio comarcal nos zambullíamos el uno en los ojos del otro.
Se te daba bien abrazarme, abrazarme de manera que yo me sintiese en casa, ahí, en tu pecho.
Tú pecho era mi casa. Ese viaje fue eterno, aquella canción fue eterna, y en un instante supe, que tus cosquillas cambiarían mi vida, no era consciente de si para bien o para mal, pero la cambiarían.





(Estaba en lo cierto, tu sonrisa hizo que me olvidase del mundo, y aquí estoy, a ciegas.)






2 comentarios:

En su huída se encontrarán con una chica que está segura de amar, pero no de comprometerse a amar para siempre; con una mujer perturbadora que vive sola con una ciega que nunca quiso trabajar y acabó cultivando las rosas más bellas.

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