De nada sirve ir a más velocidad si los recuerdos te encadenan.

25 de marzo de 2012


…Piensa en el mar. En el mar cuando rompe contra esas rocas. Rompe con fuerza, una fuerza incontrolable. Jamás nadie será tan fuerte como él.


Algún día me gustaría tener el 1% de la fuerza y la dureza que tiene él, y otro 1% de su majestuosidad, belleza y maternidad. Es capaz de luchar contra lo que se le venga en gana, y arropa tanta belleza en sus adentros… es libre y puro, y lucha por su libertad, por su sitio en el mundo. Me imagino estar en la mente del mar, algo que sé que no existe, pero soy así, me lo imagino; y no soy capaz de alcanzar ni el dos por ciento de lo que sentiría si fuese él. A veces lo miro, y me recuerda los cientos de motivos por los que estoy viva, y lo grande que puedo llegar a ser, otras veces sin embargo, delante de él me siento el ser más pequeño de la tierra y me dá pánico. Pese a todo, sé que algún día, podré ponerme en su lugar, y para ese entonces, espero estar bien preparada. Mientras tanto, me siento, fumo, recapacito y crezco.

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Tenemos la maldita costumbre de creer que por pensar en un futuro, éste será mejor. Hacemos miles de planes con la esperanza de poder cumplirlos algún día de nuestras activísimas y diversas vidas. Loterías, trabajos, relaciones, herencias desconocidas y sueños (im)posibles. Cada cual con sus peculiaridades y antojos. Nos sentamos y movemos el mundo a nuestro parecer, abrimos la mente e intentamos comprender al resto, y ala vez planteamos una estrategia de cómo lucharemos en su contra. Queremos hacernos un sitio en el mundo, y confiamos en que la gracia divina estará de nuestro lado. Maldita sea, vivo en una sociedad de ‘Soñadores sin fronteras’ y no te lo voy a negar, es una sensación magnífica. Sin embargo, veo como el tiempo se consume, cada hora que invertimos en planificar nuestras vidas, se larga sin preguntarnos a dónde se dirije, y nos quedamos con el culo encajado en esperanzas que ni siquiera tenemos aseguradas. El tiempo se larga, y seguimos sentados frente a servilletas llenas de garabatos y listas de cosas que hacer antes de morir. Todo esto, para que al final, la vida, tenga otros planes para nosotros. Todo esto, para que cuando nos miremos viejos y podridos delante del espejo, pensemos ‘que jodida es la vida, qué larga parecía y qué pocas cosas me ha dado tiempo a cumplir’.


Solo saco dos conclusiones en limpio de todo esto: Una, dejaré de hacer planes en una servilleta, y dos, que nadie nunca me arrancará mis sueños de las manos, porque sin ellos, sentada en una silla o montada en un avión, no sería nadie y mucho menos podría tener fuerzas para esperar algún futuro por muy incierto que sea.

7 de marzo de 2012

Me sé cada uno de los versos que utilizabas para dormirme. Repito la acentuación, las paradas entre estrofa y estrofa, los suspiros e incluso recuerdo tu piel caliente de gallina literalmente excitada. Tu brazo en mi espalda, y en tus manos hojas desgastadas, en las mías pura adrenalina, puro placer.


Cierro los ojos, me cubro, me arrejunto a la almohada. La maldita rutina de todas las noches desde que 'la adrenalina duerme en camas separas'.

1 de marzo de 2012

Por ejemplo tu ropa en una silla,
por ejemplo mi copa en el suelo,
por ejemplo 'no me hagas cosquillas'
por ejemplo que me encelen tus celos.
En su huída se encontrarán con una chica que está segura de amar, pero no de comprometerse a amar para siempre; con una mujer perturbadora que vive sola con una ciega que nunca quiso trabajar y acabó cultivando las rosas más bellas.

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