Me sé cada uno de los versos que utilizabas para dormirme. Repito la acentuación, las paradas entre estrofa y estrofa, los suspiros e incluso recuerdo tu piel caliente de gallina literalmente excitada. Tu brazo en mi espalda, y en tus manos hojas desgastadas, en las mías pura adrenalina, puro placer.
Cierro los ojos, me cubro, me arrejunto a la almohada. La maldita rutina de todas las noches desde que 'la adrenalina duerme en camas separas'.
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