Juraría que te vi brillar. Brillaron tus ojos y la luz se transformó en aliento. Se te dan muy bien las distancias cortas, se te nota que eres de carne fácil de corazón imposible, eres de dos centímetros y mano en el trasero; pero juraría que te vi brillar. Brillaste en el momento en el que levantaste la mirada y casi sin querer, me pediste que sonriera, que te gustaba así para ti. Saboreamos las horas más humildes; pero el corazón no es tan inteligente como para acertar esta vez y manejarnos, no lo es, y nos deja pasar sin más. Una pena, con lo que me gusta sonreír.