De nada sirve ir a más velocidad si los recuerdos te encadenan.

19 de mayo de 2012

Todos locos.

Quizá sea yo, y mi infinita capacidad para estropear todo lo que toco.
Quizá sea mi patética necesidad de independencia, de que mi cabeza ande loca motorizada por los humildes latidos de mi estúpido corazón.
Quizá esté construyendo un fino muro a mi alrededor, translúcido, tras el que solamente se ve la hoguera que llevo dentro.
Quizá mis ojos no quieran mirar la realidad que me cae encima cada vez que escribo un verso, y mis brazos se levanten por ciencia infusa en vez de por una razón coherente.
Quizá tengo la sonrisa perdida, quizás me esté escapando yo, quizás soy yo la que esté huyendo.
Quizás mañana tenga un motivo por el cual cambiar, pero os juro, que llevo diecinueve años buscándolo, y además de no encontrarlo, os juro que he intentado inventarlo. He intentado cambiar basándome en la nada, y por más que lo intento, no me sale.
No puedo ser otra persona, no puedo ser ese tipo de persona con el cual os vieseis toda una vida. No soy esa persona, no soy de las que piensas 'me casaría con ella', no lo soy, pero se os escapa algo que a mi no, y en eso voy con ventaja, no-pretendo-serlo.



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En su huída se encontrarán con una chica que está segura de amar, pero no de comprometerse a amar para siempre; con una mujer perturbadora que vive sola con una ciega que nunca quiso trabajar y acabó cultivando las rosas más bellas.

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