De nada sirve ir a más velocidad si los recuerdos te encadenan.

7 de febrero de 2011


Me gusta la playa, me gusta ver el mar y sentir que podemos ser infinitos, infinitos en este mundo, que cada vez parece dar más vueltas, que se enreda en sus arenas terrenales por las cuales te deslizas sin pedir perdón a nadie, sin decir tan siquiera 'adiós'. Al menos en este momento dónde una ola puede llevarme lejos, puede cruzarme el corazón y ahogarme las ganas en menos de dieciocho segundos, al menos ahora puedo sentir que sigues aquí, y que si me voy lejos, si se me hiela el corazón o las ganas se resistan a morirse inhundadas, será contigo. Suena romántico y bohemio, que piense en tí justo ahora que se supone que tengo que sonreír por ver que las cosas apenas cambian, pero te juro, que el olor a mar no me excita tanto como hace algún tiempo, que por muy feliz que pueda parecer, el agua en los pies ya no me moja del todo, ya no cala, no enfría, no hiela, apenas se siente. Fuiste la sensación más fría, más profunda, más caliente, más efímera y más intensa que tube nunca; y eso, ni la playa, ni las arenas, ni los límites terrenales me van a decir lo contrario.


No quiero que vuelvas, sólo sígueme.

3 comentarios:

En su huída se encontrarán con una chica que está segura de amar, pero no de comprometerse a amar para siempre; con una mujer perturbadora que vive sola con una ciega que nunca quiso trabajar y acabó cultivando las rosas más bellas.

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