De nada sirve ir a más velocidad si los recuerdos te encadenan.

2 de febrero de 2011



Se te daba bien sonreír, se te daba de fábula. Lo hacías con una naturalidad que a veces, incluso me dabas envidia. Sonreías con cualquier cosa, me veías atarme el pelo, y sonreías, hacías cualquier tontería libre de tu estilo y otra vez, esa sonrisa. Se te daba tan bien sonreír... que me enseñaste muy bien, tuve el mejor de los profesores, fuiste como ese momento, dónde te pones de frente al mundo y lo tienes todo claro, todo vivo, todo azul. Vivir tu risa es vivir todo el rato así. Era como, si de repente todo se conviertese en un motivo para destrozar una sonrisa más. Miraste mis ojos, te fuiste y seguías sonriendo.
Te estabas yendo y tu sonrisa seguía ahí. Quizá ni te importaba, o sí, y por eso lo hacías.

La cuestión es que lo hacías mejor que nadie.
Mejor que nadie.


Y era increíble, por eso que yo, presumo de esa noche y de todas las demás, de tus días y tus humores, porque por muy mal que lo hicieras, siempre sacabas y alargabas esa sucesión de dientes blanquecinos. Me enseñaste a sonreír, y no pudiste hacerlo mejor.

Me da mucha pena, que ahora no me vayas a dedicar ninguno de tus oyuelos, los voy a echar de menos, pero me compensaré a mi misma, porque por culpa de toda tu risa me he negado a cosas que merecían todo mi lado positivo. Y ahora, me toca a mi.


4 comentarios:

  1. Sonríe que te lo mereces...

    Me recordó tantas cosas que leerte me puso la piel de gallina.

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  2. Muy lindo lo que escribis! Ahora te toca a vos, nunca dejes de sonreir. Me encanta el blog.
    Un beso grande :)

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En su huída se encontrarán con una chica que está segura de amar, pero no de comprometerse a amar para siempre; con una mujer perturbadora que vive sola con una ciega que nunca quiso trabajar y acabó cultivando las rosas más bellas.

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