Te cambian, hay historias, que te cambian.
La mía en particular, resultó durar más que esos dieciocho segundos, afortunadamente, tuve tiempo suficiente para superar el miedo del monstruo del armario, el silencio incómodo y el parpadeo constante. Tuve tiempo de aprender, y aprendí. Me adapté a él, a su ritmo de vida, a sus manías, a sus defectos, a su madre, a su pierna enferma, a su boca inquieta, si, tuve mucho tiempo. Y él se adaptó a mi tanto como yo le dejé. Y por no ampliar mis límites, se acabó. Es jodido que creas que has cambiado tanto por una persona, para al final, descubrir que has sido tú la que no ha dejado que nadie se adapte a ti.
Por eso necesito, a estas alturas, apuntarme un pro. Hay historias, que te cambian.
No hay comentarios:
Publicar un comentario