De nada sirve ir a más velocidad si los recuerdos te encadenan.

13 de junio de 2012

De flanes va la cosa:

He sentido como tu piel pasa de ser escarcha, a ser un flan. Un flan de vainilla, de los ricos; de esos que te miran con ojitos de 'cómeme' y no puedes resistirte. He sentido tus cosquillas tan de cerca, que he llegado a sentir pánico al mismo tiempo por imaginarme, por un momento, que algún día me faltasen. Te he tocado mil y una veces los labios con mi dedo índice, y he memorizado cada una de tus sonrisas, he visto como tus ojos se ahogaban en los míos, y te juro que esa sensación, se escapa de todos mis puntos de fuga. Tú eras mi fuga. Leía en el braile de tu piel todas mis salidas.
Nos utilizábamos mutuamente para evadirnos de todo cuánto nos quitara el sueño, me servías tus manos y yo a ti las mías, era como un acuerdo a base de cariño y ternura. ¡Oh Dios! Me vuelves completamente cursi y deshinivida sentimentalmente cuando me haces escribir estas tonterías. Pero es cierto, era así. Lo más auténtico que he vivido en toda mi vida. Ojalá el tiempo no fuese una condena tan injusta, y el frío no fuese tan frío sin tí; hoy es mi piel la que es escarcha, y ni siquiera la poesía podría volverme tan flan ni  por medio minuto.
















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En su huída se encontrarán con una chica que está segura de amar, pero no de comprometerse a amar para siempre; con una mujer perturbadora que vive sola con una ciega que nunca quiso trabajar y acabó cultivando las rosas más bellas.

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