Cuando das con la certeza de que jamás volverás a sentir la brisa de verano en pleno invierno, la sensación de ser completamente libre mientras te encadenan unas piernas al colchón, cuando te encuentras frente a frente con ese punto de la pared objeto de su mirada perdida, ese momento dónde empiezas a sentir pánico y sólo quieres salir corriendo. Y al mismo sólo quieres abrazarte a él, o a ella, y hacerle ver que sigues siendo tú, que vosotros sois más fuertes.
O no.
Y entonces se acabó.
Se acabó definitivamente y tu estás quieto, sólo y,
o corres o te mueres de frío.
No hay comentarios:
Publicar un comentario